CONTENIDOS
1. Introducción
Biden o Trump, Trump o Biden. Estamos a poco más de dos meses de las elecciones presidenciales en EEUU. Su resultado tendrá un enorme impacto en todas las áreas y afectará de manera directa a los planes de empresas y emprendedores con intereses en el mercado estadounidense. Pocas veces en la historia de las elecciones se han enfrentado dos personas tan diferentes y con visiones tan dispares de cómo debe liderarse el país. Esto es especialmente relevante cuando la nación se encuentra en la mayor recesión desde la Gran Depresión de hace 90 años y en mitad de la grave crisis sanitaria y social ocasionada en todo el mundo por el COVID-19.
El bombardeo de noticias en los medios ha sido continuo, con la Convención Demócrata Nacional celebrada virtualmente hace unos días y la Republicana que está teniendo lugar esta semana. Los mensajes se centran en el ataque mutuo y en cómo resolver la crisis actual. Los aspectos de comercio internacional apenas reciben atención, pero sin duda el resultado de las elecciones tendrá un profundo impacto sobre su evolución en los próximos años dada que la visión sobre cómo deben manejarse es radicalmente diferente en cada caso.
¿Qué puede esperarse de cada candidato si resulta elegido, en lo referente a comercio internacional y aranceles, teniendo en cuenta su trayectoria y discurso reciente? ¿Cuál es el resultado más probable de las elecciones presidenciales en este momento? Intentaremos responder a estas preguntas a partir de la información disponible en la fecha de publicación de este artículo.
2. Trump
La administración Trump ha sido esencialmente fiel a las promesas realizadas durante la campaña electoral en 2016 en lo referente a sus acciones de política comercial. Su doctrina de «America First» incluía como objetivo la reducción del déficit comercial a través de medidas proteccionistas que permitieran el retorno a EEUU de un alto volumen de puestos de trabajo en ciertos sectores que en su opinión se habían perdido como consecuencia de la globalización. En particular, la imposición unilateral de aranceles y la renegociación agresiva de las relaciones comerciales con sus principales socios han sido algunas de las vías empleadas.
Algunas medidas de Trump en política comercial destacadas en su propia web:
- Aranceles globales con muy pocas excepciones de un 25% sobre las importaciones de acero y un 10% para el aluminio
- Aranceles globales sobre células solares (30%) y lavadoras (20%-50%), que se irán reduciendo progresivamente en los próximos años.
- Salida de EEUU del Trans-Pacific Partnership o TTP, acuerdo de comercio con múltiples países (originalmente Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, Méjico, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam) firmado en febrero de 2016. EEUU se retiró del tratado justo al inicio de la presidencia de Trump en enero de 2017.
- Sustitución del NAFTA (North American Free Trade Agreement) por el USMCA (United States-Mexico-Canada trade Agreement), efectivo desde julio de 2020, en unos términos ampliamente renegociados.
- Numerosas medidas relacionadas con China, incluyendo aranceles de un 25% sobre importaciones por valor de 250.000 millones de dólares, así como disputas iniciadas por EEUU gestionadas en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
- Cancelación de la relación comercial con Cuba iniciada en la era Obama y establecimiento de sanciones
Aunque no lo cita el web de la campaña de Trump, mención especial merecen las disputas comerciales entre EEUU y la Unión Europea (UE), que empezaron antes de la era Trump, pero se han intensificado de manera muy especial en los últimos años como describimos a continuación:
- Como respuesta a los aranceles globales citados impuestos por EEUU, la UE interpuso una demanda ante la OMC de manera inmediata y estableció en 2018 unos aranceles sobre 3.000 millones de dólares en exportaciones de 180 productos estadounidenses.
- Por otro lado, desde 2004 existe una disputa entre la UE y EEUU relacionada con las ayudas públicas proporcionadas a Airbus por varios países de la UE, que se ha litigado en el marco de la OMC. En octubre de 2019, la OMC autorizó a EEUU a imponer aranceles a la UE sobre exportaciones por valor de 7.500 millones de dólares. De manera inmediata la administración Trump impuso un arancel adicional del 10% a ciertas importaciones de aeronaves nuevas (que fue incrementado a un 15% posteriormente) con países de origen como Francia, Alemania, España y el Reino Unido, así como un arancel punitivo del 25% que cubre más de 150 categorías de productos de determinados países de la UE. Dicha lista fue modificada en febrero de 2020 y de nuevo el 12 de agosto. El impacto para algunas industrias es significativo, en particular para ciertos productores de vino, aceitunas, aceite de oliva, quesos, y otros alimentos y bebidas. La lista actual entrará en vigor el 1 de septiembre de 2020. EEUU ha comunicado en repetidas ocasiones que modificará la lista cada 6 meses para castigar diversas industrias, lo cual ha creado una gran incertidumbre para exportadores de todos los sectores.
- De manera independiente, la OMC también dio la razón a la Unión Europea en una demanda simétrica a la anterior por las ayudas públicas recibidas por Boeing en EEUU. Se espera que la OMC autorice a la UE en los próximos meses a establecer aranceles punitivos sobre productos estadounidenses por un valor que podría llegar a los 10.000 millones de dólares.
- En el último mes se han dado pasos en la dirección contraria buscando reducir las tensiones. El 21 de julio, Airbus y la Unión Europea anunciaron (ref Wall Street Journal) que modificarán los términos del apoyo público al gigante aeroespacial, con la intención de persuadir a EEUU de buscar una resolución al conflicto que pueda dar lugar a una reducción o levantamiento de los aranceles impuestos sobre productos europeos. Un mes después, el 21 de agosto la UE y los EEUU realizaron un anuncio conjunto de reducción de aranceles sobre ciertas exportaciones de cada país al otro (langostas exportadas por EEUU y un pequeño conjunto de productos europeos). Este recorte afecta a exportaciones por valor de menos de 200 millones de dólares de cada país, por lo que no puede calificarse más que de testimonial teniendo en cuenta los aranceles que siguen en vigor. Estas noticias recientes son positivas y podrían indicar un cambio de tendencia en las relaciones comerciales entre ambos bloques, pero obviamente el resultado de las elecciones afectará a la evolución de este asunto.
Las consecuencias económicas de las medidas adoptadas por la administración Trump han sido evaluadas a fondo:
- En enero de 2020, la Oficina de Presupuesto del Congreso (Congressional Budget Office o CBO), una agencia federal dentro de la rama legislativa del gobierno, explicó en un informe cómo los aranceles reducen la actividad económica de los Estados Unidos de tres maneras: 1) Los bienes de consumo y de capital se vuelven más costosos; 2) Aumenta la incertidumbre empresarial, lo que reduce o frena la inversión; y 3) Otros países imponen aranceles de represalia, encareciendo las exportaciones estadounidenses y reduciéndolas. CBO estimó que las barreras comerciales impuestas desde 2018 causarían una reducción de un 0.5% en el PIB y un incremento de la inflación de 0.5% en 2020.
- Un informe de la Reserva Federal de EEUU llega a conclusiones similares
- Como ilustración de estas conclusiones, el fabricante de motocicletas Harley Davidson dejó de fabricar en EEUU las motocicletas que vende en Europa. Los gastos estadounidenses eran demasiado altos, por lo que decidieron llevar la producción a Tailandia (ref NBC News).
- Un documento de trabajo del Fondo Monetario Internacional (FMI) publicado a fines de marzo de 2019 encontró que el cambio del NAFTA al USMCA afectará negativamente al comercio en los sectores de la automoción, los textiles y el vestido, al tiempo que generará ganancias agregadas modestas en términos de bienestar, impulsadas principalmente por un mejor acceso a los mercados de bienes, con un efecto insignificante en el PIB real.
- Con los datos en la mano, no puede decirse que se haya cumplido la promesa electoral de lograr un mayor equilibrio de la balanza comercial a través de aranceles y una renegociación agresiva de las relaciones comerciales. De hecho, el déficit comercial ha aumentado de manera sustancial en los últimos 4 años, desde 481.000 millones de dólares en 2016 hasta 577.000 millones de dólares en 2019, un incremento de un 22% como se muestra en la siguiente figura a partir de datos del US Census Bureau.
Por tanto, no hay evidencia de que las medidas adoptadas en política comercial, que han impactado de manera muy negativa a las relaciones bilaterales con las principales economías del mundo, hayan logrado el resultado deseado. Las importaciones han seguido creciendo más que las exportaciones y el nivel de desempleo únicamente ha mantenido la tendencia decreciente de la última década, hasta el inicio de la crisis causada por el COVID-19.
¿Cómo evolucionará la política comercial de EEUU si Trump resulta reelegido? A diferencia de Biden, que da en su página web amplia información sobre las políticas que impulsará si gana en noviembre, la web de Trump se centra en destacar las promesas de 2016 cumplidas durante su mandato, sin dar apenas información sobre sus planes de futuro. La mejor referencia sobre este tema es lo comunicado en el informe del US Trade Representative del gobierno de EEUU para 2020, donde se indican como prioridades:
- Negociar nuevos tratados comerciales equilibrados que defiendan los intereses de EEUU, en particular con socios estratégicos como «el Reino Unido, la Unión Europea y Kenya».
- Asegurar de forma agresiva el cumplimiento de las leyes comerciales de EEUU y de las normas de la OMC.
- Seguir presionando a China para lograr reformas estructurales en su sistema económico y de comercio
- Redefinir el funcionamiento de la OMC
Estos principios son coherentes con los mensajes transmitidos por Trump en los últimos meses, que no difieren apenas del mensaje de «America First» y las bases de la campaña de 2016. Por tanto, es razonable pensar que en caso de que Trump alcance la victoria el 3 de noviembre su política comercial no será modificada sustancialmente.
Podría albergarse una cierta esperanza de que los pequeños pasos positivos recientes con la Unión Europea citados anteriormente puedan ser el inicio de una mejora de relaciones y reducción de aranceles, sobre todo ante la presión existente en ambos bloques para buscar vías de creación de empleo y crecimiento que permitan superar la crisis económica actual con la mayor rapidez posible. Habrá que ser cautos, sin embargo, dado que en la doctrina Trump no se acepta una relación directa entre comercio internacional y crecimiento económico.
3. Biden
En el caso de Joe Biden, los aspectos de comercio internacional no tienen una presencia directa en la campaña. En su discurso del día 20 de agosto en la Convención Nacional Demócrata al aceptar formalmente su nominación como candidato del partido a la presidencia de EEUU, no hizo referencia ni una sola vez a temas de comercio internacional, aranceles o inversión extranjera. No son asuntos que preocupen al votante medio que no ve su conexión con la recuperación económica deseada. El discurso se centró en valores como patriotismo, unidad, justicia e igualdad, y en afrontar la crisis sanitaria y económica de manera eficaz.
Es algo esperable, alineado con las preocupaciones de los votantes estadounidenses que según los sondeos identifican como problemas más graves el coronavirus (35%), el gobierno (22%), la crisis económica (12%) y el racismo (10%).
Esto también se refleja en las políticas propuestas por Biden en el web de su campaña, en las que se da la máxima prioridad a la recuperación económica y la creación de empleo. Es todo consecuencia de la gravedad de la situación actual, con un nivel de desempleo que saltó de un 3.5% en febrero (el nivel más bajo en 50 años) a un 14.7% en abril, aunque se ha reducido en los últimos meses al 10.2% en julio, en buena parte gracias a la masiva intervención del Congreso para sacar adelante medidas que protejan los empleos de manera temporal.
Lo cierto es que en dicha web también se lanzan mensajes que pueden ser percibidos como proteccionistas, como la propuesta de reforzar el «Buy American Act», ley que fomenta la compra de productos y servicios estadounidenses en adquisiciones realizadas por el gobierno federal. Deben ser entendidos en el contexto de la campaña electoral y de la necesidad de lograr el apoyo de un amplio espectro de líderes del partido demócrata, algunos de los cuales tienen grandes reservas con respecto al libre comercio.
Igualmente, en otra sección de su web resalta la importancia de reconstruir cadenas de suministro asegurando la capacidad de fabricar productos críticos de manera autónoma en EEUU. De nuevo, debe entenderse en el marco de la crisis sanitaria y las elecciones.
Por otro lado, critica la guerra comercial seguida por Trump y propone medidas que conduzcan a un comercio justo con los aliados en beneficio mutuo y una dura lucha contra los abusos de países (citando explícitamente a China) que compiten de manera desleal a través de vías como la violación de la propiedad intelectual, el espionaje industrial, o la falta de medidas de protección a los trabajadores o al medio ambiente.
La visión de Biden en temas de comercio internacional, en un contexto menos electoralista y no tan condicionado por la coyuntura actual puede apreciarse con mayor claridad en este artículo escrito por el mismo Biden en la revista Foreign Affairs a principios de 2020. Algunos puntos de gran interés:
- Considera que las guerras comerciales iniciadas en la era Trump han perjudicado directamente a la clase media estadounidense y han dañado profundamente las relaciones con los principales aliados de EEUU.
- Cree que cuando las reglas de la economía internacional se establecen de manera justa y se asegura su cumplimiento, EEUU se beneficia del comercio por su mayor competitividad y porque el 95% de la población mundial vive fuera de sus fronteras.
- Asegura que el Proteccionismo es una tendencia global peligrosa que puede relacionarse con la Gran Depresión y con el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
- Defiende que los intercambios de bienes y servicios entre países tendrán lugar con o sin acuerdos y que EEUU se beneficiará de poder liderar el proceso si promueve el establecimiento de tratados de libre comercio justos.
- Explica que se asegurará de que cualquier nuevo tratado comercial tenga presente aspectos laborales y medioambientales
En resumen, Biden adopta sin duda alguna un orden internacional basado en reglas, liderado por Estados Unidos, con énfasis en reducir las barreras comerciales, pero estableciendo estándares de comercio globales. Un ejemplo es su interés en renegociar el TPP (Trans-Pacific Partnership) según este artículo de Politico.com.
Esta posición no difiere esencialmente de la adoptada por Biden en su larguísima etapa como senador de 1973 a 2009 (apoyó el North American Free Trade Agreement o NAFTA en 1994), y como Vicepresidente de EEUU entre 2008 y 2016 durante la era Obama, período que impulsó de manera decidida diversos acuerdos de libre comercio y una actitud multilateralista. No todo fueron logros, el gigantesco acuerdo de libre comercio con la Unión Europea (Transatlantic Trade and Investment Partnership Agreement o TTIP) no llegó a cerrarse.
Como indica este artículo de CSIS (organización sin ánimo de lucro ni vinculación política), Biden y Trump tienen objetivos de política comercial y puntos de vista fundamentalmente diferentes sobre el valor de la arquitectura comercial internacional de posguerra. Biden ve las reglas comerciales como una herramienta útil en el arsenal de EEUU, mientras que Trump parece verlas en gran medida como una restricción de la acción de EEUU. Trump ve el comercio como un juego de suma cero, transaccional y cree que los aranceles pueden dar un resultado positivo neto para EEUU, manifestado en su agenda para reducir el déficit comercial. Para Biden, sin embargo, si Trump expande o reduce el déficit con China no resolverá el problema principal. Biden cree que Estados Unidos debería establecer reglas y trabajar a través de coaliciones multilaterales para presionar a los malos actores. Para aclarar este punto, afirma: “La respuesta a esta amenaza es más apertura, no menos: más amistades, más cooperación, más alianzas, más democracia”.
Por todo ello es de esperar que si Biden es elegido presidente impulsará acuerdos como el TTIP con la UE, retomará la colaboración internacional en el marco de la Organización Mundial del Comercio y buscará vías para acabar con las guerras de aranceles de los últimos años. No debe olvidarse que a corto plazo su prioridad será, sin duda, la creación de puestos de trabajo, y que tendrá que lograr los apoyos necesarios en el Congreso para poner en marcha las grandes reformas.
4. ¿Quién va a ganar?
Como siempre ocurre el día de las elecciones presidenciales, el martes 3 de noviembre se elegirá no solamente al presidente de la nación sino también, de manera independiente y simultánea, a la totalidad de los miembros de la cámara baja (‘House of Representatives’), que ocupan el cargo por 2 años, y a 35 de los 100 senadores de la cámara alta o Senado (‘Senate’), cuyo mandato es por 6 años. Estas elecciones son especialmente importantes porque los sondeos indican que hay posibilidades de que el Partido Demócrata mantenga su mayoría actual en la cámara baja y la extienda al Senado, por lo que podría controlar tanto la presidencia y ambas cámaras, algo que no ocurría desde el breve período de 2008 a 2010 con Obama. Por tanto, una victoria de Biden podría verse acompañada del control total del Capitolio por parte del Partido Demócrata lo cual le daría la oportunidad de impulsar reformas profundas en múltiples terrenos, incluyendo los aspectos de política comercial.
Los sondeos recientes dan una ventaja a Biden a nivel nacional de unos 8 puntos, aunque la diferencia ha llegado a ser de tan solo 4 puntos hace 3 meses como muestra este gráfico (ref Real Clear Politics) generado a partir de las múltiples encuestas que se van realizando:
Pero no debemos olvidar que en 2016 las encuestas daban una clara ventaja a Hillary Clinton sobre Trump de hasta 7 puntos a menos de un mes para las elecciones, en las que como todos sabemos triunfó Trump (ref Real Clear Politics).
La sorpresa de 2016 se debió a varios factores. Por un lado, las encuestas no dejan de ser un termómetro aproximado de la intención de voto del país, basado en la respuesta de personas que pueden no ser representativas de la población que finalmente participa en las elecciones.
Adicionalmente, el sistema de voto presidencial hace que la intención de voto a nivel nacional sea casi irrelevante. De hecho, Hillary Clinton mantuvo una diferencia de 2.1 puntos en el voto popular (casi 3 millones de votos) y perdió las elecciones. El presidente lo elige el Colegio Electoral, que está constituido por 538 electores. Cada estado aporta un determinado número de electores que depende de su población. En todos los estados salvo en Maine y Nebraska, el candidato con mayor número de votos se lleva todos los electores asociados. Es decir, da lo mismo ganar en un estado por un voto o por un amplio margen.
El resultado en muchos estados está prácticamente decidido salvo sorpresa mayúscula, únicamente queda por saber el resultado en los «swing states» que son aquellos en los que los dos partidos, Demócrata y Republicano, han mantenido en el pasado un nivel de apoyo similar. Por este motivo las únicas encuestas relevantes son aquéllas que dan información fiable de lo que puede ocurrir en dichos estados, especialmente aquéllos con un mayor número de electores (como Florida, Pennsylvania, Ohio o Michigan).
Como referencias de ese tipo de análisis podemos dar este gráfico del 18 de agosto de 270win.com, que muestra en diferentes tonos de azul los estados que se decantan por apoyar a Biden (oscuro si la victoria parece clara, más claro si parece probable) y en rojo los que se inclinan por Trump, apareciendo en marrón aquéllos en los que no puede predecirse el ganador por existir un margen menor al nivel de error de los sondeos. Parece que Biden podría hacerse con la victoria, aunque los estados indecisos y alguna sorpresa podrían cambiar el resultado.
En este gráfico del Financial Times del 24 de agosto se hace un análisis similar que da una victoria mucho más clara a Biden (298 frente a 119 electores) según la cual no sería necesario ganar en ninguno de los estados que aparecen como indecisos:
5. Conclusiones
Los dos candidatos a las elecciones presidenciales estadounidenses tienen visiones radicalmente diferentes sobre cómo debe gestionarse el comercio internacional para mayor beneficio de lo que es sin duda una prioridad para ambos: la creación de puestos de trabajo y el crecimiento económico para salir de la crisis ocasionada por el COVID-19.
La visión de Trump ha quedado claramente demostrada en las acciones ejecutadas desde que asumió el cargo en 2016. Siendo fiel a sus promesas electorales ha seguido una política proteccionista y una actitud agresiva para cancelar o renegociar tratados de comercio con todos sus socios, utilizando los aranceles como medida de presión cuando lo ha considerado conveniente. El objetivo último expresado durante la campaña, la reducción del déficit comercial estadounidense y la creación de puestos de trabajo, no parecen haberse obtenido con dichas medidas, que por otro lado han tenido un elevado coste por el aumento de los precios de algunos recursos productivos y el daño ocasionado sobre las relaciones con socios clave como la Unión Europea. No es esperable que vaya a modificarse de manera significativa su política en caso de resultar reelegido.
La visión de Biden ha quedado claramente expresada a partir de su larga trayectoria como senador y como vicepresidente de EEUU de 2008 a 2016. Es un claro defensor del establecimiento de acuerdos de libre comercio justos con los principales aliados de manera que se asegure por parte de todos los socios el cumplimiento de estándares laborales y medioambientales. Sin duda la crisis actual hace que el énfasis se ponga en la creación de puestos de trabajo, por lo que en caso de victoria será muy cuidadoso con el establecimiento de tratados que puedan impactar negativamente al empleo de algunos sectores, pero su espíritu anti-proteccionista ha quedado claramente demostrado en múltiples ocasiones.
A poco más de dos meses de las elecciones, no puede predecirse con fiabilidad ningún resultado, aunque de momento Biden aparece como el candidato con mayores posibilidades de victoria. Sin duda el país y sus relaciones comerciales con el resto del mundo evolucionarán de manera muy distinta en función de quién sea el elegido.
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